Planes de pensiones de empleo (PPE): cuándo convienen vs los individuales en 2025

La preocupación por la jubilación ya no es cosa de unos pocos, es algo que está en la mente de casi todos. Y en ese escenario los planes de pensiones de empleo (PPE) aparecen como una opción que merece tu atención frente a los tradicionales planes individuales. Pero ojo: no significa que uno sea automáticamente mejor que el otro, depende de tu situación. Vamos a verlo con claridad.

Qué diferencias clave tienen los planes de empleo frente a los individuales

Cuando hablamos de un plan de pensiones de empleo, estamos refiriéndonos a aquel que la empresa pone a disposición de sus trabajadores, ya sea directamente o a través de un acuerdo colectivo. En cambio, el plan individual lo contratas tú por tu cuenta. En 2025 conviene que tengas claro que los límites de aportación son muy distintos: los planes individuales permiten aportes deducibles de hasta 1.500 € al año, mientras que los de empleo pueden llegar hasta los 8.500 €, incluyendo la aportación de la empresa.

Esa diferencia le da músculo al plan de empleo, porque puedes destinar mucho más ahorro con ventajas fiscales mayores. También es habitual que tengan comisiones más bajas, porque al tratarse de un producto colectivo la gestora aplica condiciones más ventajosas. Eso, traducido en tu bolsillo, puede suponer una mayor parte de tus ahorros dedicados a la inversión y no a cargos que te restan rendimiento.

Por otro lado, la liquidez es similar: ambos tipos de planes tienen las mismas reglas de rescate para jubilación, incapacidad, fallecimiento u otras contingencias definidas por ley. Eso sí, desde enero de 2025 se puede rescatar el dinero aportado con al menos diez años de antigüedad sin necesidad de causa adicional. Ese cambio modifica el panorama para todos los planes, ya que permite mayor flexibilidad para quienes empezaron a aportar hace tiempo.

Entonces, ¿cuándo te conviene un plan de empleo y cuándo uno individual? Si tu empresa ofrece un plan de empleo, participar puede suponer una ventaja importante. Si no lo ofrece, o si trabajas por cuenta propia sin convenios que incluyan estos planes, el plan individual sigue siendo una alternativa, aunque con limitaciones que debes conocer.

Cuándo y por qué elegir uno u otro

Considera primero si tienes acceso a un plan de empleo: si la empresa lo ha implementado, es casi una oportunidad que no deberías descartar. Aportar al plan de empleo te permite aprovechar la aportación empresarial y llegar a mayores volúmenes con ventajas fiscales más amplias. Si además las comisiones son reducidas, el plan de empleo gana muchos puntos.

Pero digamos que trabajas por cuenta propia o la empresa no tiene este tipo de plan: en ese caso el plan individual es lo que tienes. Ahí es clave que seas muy selectivo, revises comisiones, vetes productos poco rentables y lo veas como una herramienta complementaria, no la única.

Otra situación es que, aun teniendo plan de empleo, quieras complementar con uno individual. Eso tiene sentido si ya estás maximizando el plan de empleo o si quieres diversificar con otro perfil de inversión diferente. Pero debes tener en cuenta que el máximo deducible para individuales es limitado, por lo que el ahorro fiscal que vas a obtener será menor.

Un aspecto que a menudo se pasa por alto: la forma de rescate. En el momento de la jubilación ambos tributan como rendimientos del trabajo, no como renta del capital. Eso significa que cuando llegue el momento de recuperar esos fondos debes planificar bien cómo hacerlo para minimizar el impacto fiscal. Aquí la planificación marca la diferencia entre retirar el dinero con inteligencia o pagar más impuestos de los necesarios.

Podríamos decir: si tienes acceso a un plan de empleo, dale prioridad; si no lo tienes, el individual sigue siendo válido, pero con estrategia; y si puedes, combina ambos con cabeza, entendiendo qué aporta cada uno y cómo se ajusta a tu situación.